TEMA NO. 28
EL LENGUAJE
CINEMATOGRÁFICO
Indicador de logro:‐Critica los géneros cinematográficos.
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El
lenguaje cinematográfico está formado por la unión de IMÁGENES y SONIDO.
Uno de los elementos más relevantes de este
lenguaje del cine es el PLANO. En el cine de antaño siempre se usaba el mismo
plano para rodar una escena desde diferentes ángulos, pero, más adelante,
descubrieron que acercando y alejando los planos y alternándolos con cierta
lógica, se podían conseguir efectos que antes era una tarea casi imposible de
realizar.
Podemos
distinguir entre:
- Plano General. Da un sentido dramático, de soledad, y se utiliza frecuentemente para describir la relación entre el ambiente y la situación, y los personajes.
- Plano Medio. Dentro de este plano, podemos diferenciar entre dos variantes del mismo:
- El Plano Medio Corto; que es el que abarca al actor de pecho para arriba.
- El Plano Medio Largo; que es el que nos deja ver hasta la cintura.
- Plano Americano. Nos muestra las ¾ partes del cuerpo, es decir, hasta las rodillas aproximadamente. Lo solían usar en las películas del Oeste para darle especial relevancia a las cartucheras de los pistoleros y también para intentar disimular a los personajes de baja estatura.
- Primer Plano. Posee un alto contenido psicológico y dramático. Tiene como principal objetivo captar las emociones expresivas por lo que se le resta importancia a los decorados. Pero tampoco ha de abusarse de su utilización.[1]
•
La comedia
Al tratarse de un género teatral con una
larguísima tradición, la comedia se adaptó rápidamente al abanico de preferencias
de los espectadores cinematográficos. Al igual que sucede con su vertiente
escénica, la comedia acredita en el cine una cualidad satírica, bromista,
burlesca, con una propensión más o menos marcada hacia el reflejo grotesco de
las costumbres sociales. De hecho, la comedia proyecta el despropósito de
ciertas convenciones, y en esta línea se fomenta en ella una línea
carnavalesca, que logra la comicidad por medio de una interrupción del orden
establecido, poniendo del revés las normas y desintegrando los criterios de
urbanidad para, al final del espectáculo, restituir el orden que antes fue
alterado.
Pese a recurrir con frecuencia a los
estereotipos, la comedia cinematográfica incide en la singularidad psicológica
de sus personajes, con frecuencia derrotados por un cúmulo de situaciones que,
por azar, logran superar. A imagen de su contrapartida teatral, también el cine
de comedia asume diversas tendencias, como la farsa, el vodevil, el sainete y
la comedia sentimental, que adapta a las convenciones del lenguaje fílmico.
Frente a la fisicidad, dinamismo e impulso
circense del cine mudo, la comedia cinematográfica opta, desde sus inicios, por
el diálogo ágil y el juego de los equívocos. En los años treinta, Mae West en
No soy ningún ángel (I’m No Angel, 1933) y W.C. Fields personificaron la
comedia pícara tanto en los escenarios como ante la cámara. El absurdo
surrealista fue plasmado en el celuloide por los Hermanos Marx en películas
como Una noche en la ópera (A Night at the Opera, 1935), mientras que Cary
Grant en Luna nueva (His Girl Friday, 1940) se presentaba como el galán idóneo
de filmes vodevilescos, impregnados de un cierto romanticismo en sus tramas. En
cierto modo, tales son las tres líneas fundamentales seguidas por la comedia
posterior. De hecho, la tradición de Mae West se ha mantenido en la actualidad,
cada vez menos matizada y elegante, en producciones con un claro matiz erótico.
La comedia alocada y verbal de los Marx fue incluso intelectualizada por
humoristas como Woody Allen en obras como El dormilón (Sleeper, 1973) y Annie
Hall (1977). Y la comedia romántica y festiva que en otro tiempo dirigieron
cineastas como Howard Hawks -La fiera de mi niña (Bringing Up Baby, 1938) , La
novia era él (I Was a Male War Bride, 1949)-, Leo McCarey -Sopa de ganso (Duck
Soup, 1933), Tú y yo (An Affair to Remember, 1957)- y Preston Sturges -Las tres
noches de Eva (The Lady Eve, 1941) y Los viajes de Sullivan (Sullivan’s
Travels, 1941)- se mantiene en la actualidad, si bien con una dosis inferior de
talento en los diálogos.
En el desarrollo de la comedia
cinematográfica desempeñaron una función destacada el alemán Ernst Lubitsch,
especialmente con La viuda alegre (The Merry Widow, 1934) y Ser o no ser (To Be
or not To Be, 1942), y el austríaco Billy Wilder, director entre los más
grandes, con excelentes títulos como Sabrina (1954), Con faldas y a lo loco
(Some Like It Hot, 1959) o El apartamento (The apartement, 1960), que llevaron
al cine estadounidense el ritmo incansable del vodevil centroeuropeo. Progresivamente
trivializado y cada vez más pueril, el cine de comedia de las últimas décadas
ha recogido su principal inspiración de la pequeña pantalla. De ahí que, por
ejemplo, el cine de los ochenta se caracterizase por la presencia de cómicos
procedentes de la televisión, como Steve Martin, Richard Pryor, Chevy Chase,
Dan Aykroyd, Eddie Murphy, John Belushi, John Candy y Bill Murray.
Como sucede con otros géneros
cinematográficos, la comedia se ha entremezclado con otras tendencias temáticas
y hoy está ligada a producciones de género aventurero donde no escasean las
situaciones cómicas.[2]
• Terror
El cine de terror
es un género cinematográfico que se caracteriza
por su voluntad de provocar en el espectador sensaciones de pavor, miedo, disgusto,
repugnancia, horror, incomodidad o preocupación. Sus argumentos frecuentemente
desarrollan la súbita intrusión en un ámbito de normalidad de alguna fuerza,
evento o personaje de naturaleza maligna, a menudo de origen criminal o sobrenatural.
Características
El cine de terror toma elementos de fuentes de la
literatura, supersticiones y leyendas tradicionales, así como de temores y
pesadillas nacidos de contextos socioculturales
mucho más actuales y precisos. Por una parte, de la novela de terror, nacida en la segunda mitad del
siglo XVIII; por otra, de la tradición oral del cuento de miedo, ampliamente desarrollada en las
sociedades rurales de todas las culturas. De aquí, en último término, surgirán
los elementos y personajes básicos utilizados en las películas de este género:
los vampiros, el hombre lobo, los monstruos, fantasmas, brujas,
zombis, así como las desdichadas réplicas
humanas, al estilo de Frankenstein.
Otras señas de identidad del género son un uso muy
particular de la iluminación, que muchas veces tiende a inspirarse en la pintura romántica
alemana del siglo XIX, la cual se caracteriza por el recurso
frecuente al claroscuro, a los contrastes
de colores y los tonos penumbrosos, efectos muy apreciables en el cine expresionista de los primeros años (Murnau, Fritz Lang). Los espacios o escenarios más
visitados serán la noche, cementerios, la casa abandonada, el castillo, las
ruinas, el laboratorio lúgubre, el bosque o el erial sombrío, el jardín
decadente, que han terminado conformando un catálogo de "lugares"
comunes. Asimismo, nunca debe faltar una banda sonora densa y sugerente (El resplandor, Psicosis, Tiburón...),
junto a unos escalofriantes efectos de sonido (El exorcista,
Alien, Drácula de Bram Stoker
de Coppola...), efectos que en los últimos tiempos rayan más bien en lo
ensordecedor (Soy leyenda, de
2007).
El público se siente atraído hacia este tipo de
películas, precisamente por los estímulos emocionales, novedosos e intensos que
recibe, es decir, lo insólito-escabroso inscrito momentáneamente en la rutina
diaria. Los efectos fisiológicos que experimenta el espectador horrorizado en
su butaca incluyen fuertes subidas de adrenalina, con dilatación de pupilas, aceleramiento cardíaco y respiratorio, y
sudor frío, todo lo cual por lo común se cierra con un desahogo final, en el
cual, de acuerdo con el remate que haya tenido la historia, reinará el consuelo
o el desconsuelo.[3]
• Ciencia ficción
La ciencia ficción es la denominación popular
con que se conoce a uno de los géneros derivados de la literatura de ficción, junto con la literatura fantástica
y la narrativa de terror.
Nacida como subgénero literario
distinguido en la década de 1920
(aunque hay obras reconocibles muy anteriores) y exportada posteriormente a
otros medios, como el cinematográfico,
historietístico
y televisivo,
gozó de un gran auge en la segunda mitad del siglo XX debido al interés popular acerca del
futuro que despertó el espectacular avance tanto científico como tecnológico
alcanzado durante esos años.
Es un género especulativo que relata acontecimientos
posibles desarrollados en un marco espacio-temporal puramente imaginario, cuya
verosimilitud se fundamenta narrativamente en los campos de las ciencias físicas, naturales y sociales. La acción puede girar en torno a un
abanico grande de posibilidades (viajes interestelares, conquista del espacio,
consecuencias de una hecatombe terrestre o cósmica, evolución humana sobrevenidas
por mutaciones, evolución de los robots, realidad virtual, existencia de
civilizaciones alienígenas, etc.). Esta acción puede tener lugar en un tiempo
pasado, presente o futuro, o, incluso, en tiempos alternativos ajenos a la
realidad conocida, y tener por escenario espacios físicos (reales o
imaginarios, terrestres o extraterrestres) o el espacio interno de la mente.
Los personajes son igualmente diversos: a partir del patrón natural humano,
recorre y explota modelos antropomórficos hasta desembocar en la creación de
entidades artificiales de forma humana (robot,
androide, ciborg) o en criaturas no antropomórficas, dotadas de inteligencia.[4]
Actividad sugerida:
‐Clasifica
los lenguajes utilizados en el género cinematográfico.
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